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Europa debe responder con firmeza a los aranceles de EE.UU.

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Estados Unidos ha lanzado una nueva ofensiva arancelaria bajo el mandato de Trump, y desde Europa no podemos seguir dedicándonos a la “vida contemplativa” al respecto.

Introducción: La ofensiva comercial estadounidense

A menos que hayas vivido bajo una roca, habrás oído hablar sobre la guerra comercial no provocada iniciada por Estados Unidos contra el resto del mundo. El 2 de abril, el Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, anunció que Estados Unidos impondría un arancel plano de “represalia con descuento” a todo el mundo (excepto Rusia y Corea del Norte, por alguna razón). El impuesto sería de al menos un 10% y dependería del país, con la UE teniendo un 20%, llamando a esto “liberation day”.

La administración justificó los aranceles publicando una fórmula absurda que incluso contenía dos constantes que se anulaban mutuamente (0,25 y 4), y básicamente era el déficit comercial: se calculó tomando el déficit comercial de Estados Unidos con cada país, dividiéndolo por el monto total de importaciones de ese país y multiplicándolo por 100. El resultado, dividido por 2 porque EE.UU. es un país “generoso”, es la cantidad de impuestos que los estadounidenses pagarán por las importaciones de ese país.

Pero ¿qué es un déficit comercial?

La diferencia entre lo que un país vende a otro, y lo que compra. Por ejemplo, si yo compro un Mercedes-Benz a Alemania por 50.000 euros, y una cadena de alimentación alemana compra 35.000 euros en alimentos de España, España tiene un déficit de 15.000 euros con Alemania, porque les hemos comprado más de lo que les hemos vendido.

Esto no tiene nada intrínsecamente malo (salvo que sea porque no hay ningún tipo de industria nacional, o se financia con deuda insostenible), es una forma de comercio, y el comercio siempre beneficia a las dos partes (si no, no se haría). Si Estados Unidos tiene déficit con la mayoría de países, es porque es un país muy rico que puede comprar muchos productos fuera más baratos, pero tiene algo más complicado exportar por lo caro que es producir allí.

Por ejemplo, Estados Unidos puede fácilmente comprar productos textiles a Camboya, Vietnam o Bangladesh, donde la mano de obra es mucho más barata que en Estados Unidos. Pero no puede vender productos agrícolas a esos países, porque no tienen el poder adquisitivo (ni la divisa lo suficientemente fuerte, pero eso es otro tema) para poder comprar esos productos. Por lo tanto, Estados Unidos tiene un déficit comercial con esos países, pero eso no significa que estén “estafando” a EEUU, como dice Trump.

Mi opinión sobre los aranceles y Trump

Aparte del hecho de que este es uno de los mayores aumentos de impuestos para los consumidores estadounidenses en los últimos 50-60 años, también es lo más estúpido que alguien podría hacer. EE.UU. y Europa, junto con Canadá, México, Reino Unido, Japón, Corea del Sur y otros han tenido una relación de larga duración con respecto al comercio, con pocos o ningún arancel, experimentando un enorme crecimiento económico y prosperidad, siendo Estados Unidos la mayor economía del mundo y disfrutando de una gran tasa de crecimiento.

Ahora Estados Unidos, bajo el liderazgo de Donald Trump (un delincuente convicto que quebró 6 empresas —incluyendo casinos—, dos veces sometido al impeachment y condenado por lo civil de abuso sexual; y otras cosas como instigar el asalto del 6 de enero al Capitolio, o almacenar documentos altamente confidenciales en su mansión de Mar-a-lago), ha decidido imponer aranceles al resto del mundo. No solo afirma que nosotros (los otros países) pagaremos por ello, sino que también afirma que hemos estado estafando a Estados Unidos durante años. Esto, además de una mentira descarada, es un claro ataque a las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el resto del mundo, especialmente la Unión Europea, de quien afirma que “solo existe para joder a Estados Unidos”.

Por supuesto, los aranceles actuaron como una bola de demolición, con los precios de las acciones DESPLOMÁNDOSE en vivo mientras Trump los anunciaba desde la Casa Blanca, el dólar estadounidense perdiendo valor frente al euro, la libra y otras monedas, y la economía estadounidense apuntando a la desaceleración y quizás recesión. Mientras tanto, medios de propaganda como Faux News (Faux se pronuncia como Fox, pero significa falso en francés) elogiaban los aranceles, mientras los indicadores del S&P 500, NASDAQ Composite y Dow Jones Industrial Average (un índice mediocre, pero al que la sociedad americana da demasiada importancia) se desplomaban en vivo, borrando billones de dólares (billones americanos, es decir, un millón de millones, o mil millardos) del mercado de valores en cuestión de horas.

Momento para que Europa se independice

Creo que es hora de que la Unión Europea deje de ser un “vasallo de seguridad de Estados Unidos” como lo expresó J.D. Vance, y comencemos los papeles del divorcio contra Estados Unidos. Podríamos empezar por perjudicar a las grandes empresas tecnológicas propiedad de multimillonarios como Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y otros (todos los cuales asistieron a la inauguración de Trump).

En España tenemos un impuesto llamado IDSD (Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales), que es un impuesto del 3% sobre los ingresos de empresas que proporcionan servicios digitales, como Google, Facebook, Twitter, Netflix, Amazon y otros.

Apliquemos algo similar en toda la Unión Europea, pero a lo grande, como un 5% o 10% de los ingresos de AWS, Microsoft Azure, Google Cloud Platform, Twitter, Facebook, Instagram, Netflix, Disney Plus, cualquier producto o servicio de Apple y cualquier otra cosa propiedad de oligarcas tecnológicos americanos.

Los ingresos de ese impuesto podrían utilizarse para apoyar a empresas locales o organizaciones sin fines de lucro (a través de programas como Next Generation Europe (NGI) o Horizon Europe), o incluso para apoyar mediante préstamos o subvenciones el desarrollo de proveedores de nube europeos como OVH, Scaleway o Hetzner, o incluso para apoyar el desarrollo de alternativas abiertas a las redes sociales conocidas, como Mastodon o PeerTube, y software como LibreOffice (propiedad de una organización alemana sin fines de lucro) y Nextcloud.

Otras posibles medidas

Otra posibilidad sería imponer aranceles a los bienes de consumo estadounidenses, como Coca-Cola, Pepsi, McDonald’s, Starbucks y otros. También podríamos imponer aranceles a productos farmacéuticos, firmas consultoras (como Accenture o McKinsey) o incluso instituciones financieras que han estado involucradas en negocios turbios.

Aparte de eso, el instrumento contra la coerción también es una buena idea, pero incluso hacer cumplir más leyes y regulaciones como la Ley de Servicios Digitales, la Ley de Mercados Digitales, el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) sería una buena idea, para detener la interferencia externa en nuestros asuntos internos y protegernos como ciudadanos de amenazas externas.

Por último, sobre el IVA

El gobierno estadounidense ha estado mintiendo todo este tiempo sobre el IVA, diciendo que es un “gravámen” adicional que impide a las empresas extranjeras competir en igualdad de condiciones, cuando en la realidad se trata de un impuesto indirecto que no afecta a las empresas (las empresas lo recaudan e ingresan en la Hacienda pública del país) y que afecta únicamente a los consumidores finales.

No importa si compras un teléfono móvil hecho en Europa, China o Estados Unidos, siempre va a llevar un IVA del 21% en España (o del 20% en Francia, o el 23% en Portugal, o el país que sea).

Más allá de lo justo que considere o no el IVA, que da para otro artículo, no afecta a las empresas, y sobre todo no a las empresas exteriores. Es el equivalente europeo a los “sales tax” de Estados Unidos, con la diferencia de que en Europa siempre damos el precio de las cosas con IVA (o indicamos expresamente lo contrario), mientras que en EEUU no se molestan en decírtelo hasta que llegas a la caja y te das cuenta de que tu compra de $20 realmente es de $23 porque el “sales tax” no estaba incluido.

Conclusión

Es hora de que Europa despierte y dejemos de vivir a la sombra de los Estados Unidos en seguridad, comercio y tecnología. La guerra comercial iniciada por Trump es una oportunidad para que Europa se convierta en un líder global independiente, fuerte y con valores. En Europa tenemos los países con mayor tasa de alfabetización, los mejores sistemas de salud y educación accesibles para todo el mundo, una enorme diversidad cultural y lingüistica, y una gran capacidad de innovación que, por desgracia, acaba yéndose a Estados Unidos para hacer dinero.

Tenemos que aprovechar esta oportunidad para hacernos valer por nosotros mismos, dejar de estar eclipsados por los dos “polos” económicos (EEUU y China) y demostrar de lo que valemos, mientras mantenemos nuestros valores, principios y calidad de vida. No debemos responder con miedo, sino con visión, unidad y firmeza.